martes, 18 de febrero de 2014


La tormenta sin fin del Racing



La decisión de los jugadores del equipo cántabro de no disputar hoy el partido ante la Real debido a los impagos es el punto álgido de un calvario institucional que dura ya tres años





En la lluviosa Santander, la del temporal que castiga estos días la costa con olas de más de 10 metros, una tormenta azota desde las oficinas de El Sardinero hace tres años. Lejos de recluir a la gente, el temporal ha conseguido unir por una misma causa, su equipo de fútbol, a una ciudad de marcado carácter conservador.

Nadie en Santander tolera ya la situación por la que pasa el Racing. Los primeros en hartarse fueron las peñas y los socios. Durante dos años y medio han mantenido viva una llama a la que se ha ido sumando gente, especialmente un grupo de exjugadores, sin una cabeza visible pero con nombres reconocidos como Quique Setién, Paco Liaño y José Ceballos. Con la ayuda de varios estamentos, han puesto contra las cuerdas a la actual directiva.

Las peñas y los socios minoritarios han hecho un llamamiento para que la gente acuda al Sardinero para apoyar a los jugadores. Con el fin de evitar el embargo judicial sobre la recaudación, el club ha puesto a la venta, por 23 euros, unas bufandas conmemorativas del partido y el regalo de una entrada para una localidad que, en taquilla, cuesta 30 euros. Un capítulo más en la delirante historia reciente del club.




Tres años se cumplieron ayer de la firma de Ashan Ali Syed como propietario del Racing. Entonces, todo era comprensión hacia el supuesto magnate indio que llegaba al club cántabro de la mano del Gobierno de regionalistas y socialistas y avalado por Credit Suisse. El presidente, Miguel Ángel Revilla, disfrutaba en el palco junto al nuevo dueño, desbocado con cada gol. Las formas no importaban. Ni siquiera los desplantes, como el que le hizo al alcalde de la ciudad, Íñigo de la Serna (PP), al que le tuvo media hora esperando en el Ayuntamiento. No solo parecía haber llegado el salvador del Racing; Santander, Cantabria, encontraba un multimillonario decidido a invertir en plena crisis. Duró cuatro meses.

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