miércoles, 12 de febrero de 2014


Hungría reescribe la ocupación nazi


El 70º aniversario del Holocausto se convierte en una polémica sobre el papel de los colaboracionistas. La principal organización judía boicotea los actos





Viktor Orbán se le está torciendo por minutos el plan para conmemorar del 70º aniversario del Holocausto. Su Gobierno lleva meses publicitando los actos que organizará a lo largo de este año, que además pueden servir para neutralizar las reiteradas acusaciones de no hacer lo suficiente para atajar el auge del antisemitismo. Lejos de eso, el ejercicio de memoria se ha convertido –y 2014 acaba de arrancar— en una tensa bronca sobre la responsabilidad de Hungría en el asesinato de medio millón de sus ciudadanos en 1944.
El conflicto empezó a finales de enero con una estatua. O más bien, con un proyecto de estatua que el Gobierno populista de derechas pretende colocar en la capital para recordar “a las víctimas de la ocupación nazi”, según lo definió Orbán. En el boceto, un águila con las alas extendidas se lanza sobre el arcángel San Gabriel. En el reparto de papeles, el brutal Tercer Reich ataca a una inocente Hungría.
Historiadores y representantes de la comunidad judía húngara ven en el monumento un afán de reescribir la historia. De contar el cuento de una Hungría que no tenía nada que ver con los nazis, y que tras la ocupación no pudo hacer nada por evitar la deportación a Auschwitz de medio millón de húngaros. El Gobierno de Orbán se expone al absurdo de recordar a las víctimas de la Shoah sin el apoyo de la principal organización judía del país, la federación Mazsihisz, que decidió el domingo boicotear el programa de eventos a menos que el Ejecutivo deseche, entre otras cosas, la idea de erigir la estatua. Está previsto que el propio primer ministro dé una respuesta esta semana.

MAPA:




El antisemitismo atenaza a Hungría





Pese a la contundencia con la que los condena en sus discursos, el creciente número de actos antisemitas que vive Hungría le ha estallado en la cara a su primer ministro, el conservador populista Viktor Orbán. Pero este no es el único frente que tiene abierto: ayer, en el Parlamento Europeo, se presentó un informe en el que se constata el alejamiento de los principios democráticos de Hungría, y se debatió la polémica enmienda a la Constitución que, entre otras cosas, recorta poderes al Tribunal Constitucional.
La preocupación con la que los líderes judíos de un centenar de países ven el ascenso del antisemitismo les llevó a escoger Budapest, en vez de Jerusalén como es habitual, para celebrar el Congreso Judío Mundial, que empezó el domingo y termina este martes. En una resolución final recogida por Reuters, los líderes judíos han pedido al Gobierno húngaro que reconozca que el partido ultraderechista Jobbik, la tercera fuerza política en el Parlamento, “constituye una amenaza fundamental para la democracia” en Hungría. Además, recriminaron el domingo a Orbán que no mencionara al partido ultra en su discurso de apertura del Congreso, aunque ayer su presidente se retractó al saber que Orbán, en una entrevista con un diario israelí, sí había condenado a Jobbik. Pero el llamamiento para utilizar todos los recursos contra el auge de la ultraderecha, incluida la prohibición de partidos extremistas, fue para todos los Gobiernos europeos.
El sábado, la víspera del Congreso, Jobbik, que además de antisemita es un partido eurófobo y racista con los gitanoslogró reunir a 400 adeptos para exhibir en público su odio a los judíos, alguna esvástica y teorías de la conspiración incluidas. Allí estaba también Márton Gyöngyösi, el diputado de Jobbik que hace unos meses provocó una enorme indignación al pedir, en el Parlamento, que se elaboraran “listas de judíos” porque “suponen un riesgo para la seguridad de Hungría”.

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